MEDIOS DE OBTENCIÓN DE LA SAL
La sal, al igual que ahora, no se obtenía de una única
manera, así que, de manera esquemática, hoy os dejamos una breve explicación de
los principales medios de obtención de la sal en la Antigua Roma con algunos
ejemplos, sobre todo de la Península Ibérica para que podáis visitarlos pronto
si estáis interesados. Así pues, Julio Mangas y María del Rosario Hernando
distinguen cuatro formas distintas:
1. Obtención de la sal por evaporación natural.
2. Obtención de la sal por evaporación ígnea.
3. Obtención de la sal de ríos y arroyos salados.
4. Sal de roca.
1. Sal por
evaporación natural
Consistía en aprovechar las salinas costeras o de interior
en zonas climáticas propicias, donde la evaporación del agua es más sencilla y
la acumulación de sal es inminente. Aunque se realizaba desde momentos
prehistóricos, fueron los romanos los que organizaron su explotación para sacar
más beneficio. Era la forma de obtención más típica y por ello, una gran parte
de la sal obtenida de esta forma iba dirigida a la conservación del pescado.
Cabe destacar el lago Cocánico en Sicilia, del cual Plinio
escribe que el agua se secaba bajo el efecto del sol del verano y todo el
estanque se cambiaba en sal sin sobrepasar la altura de las rodillas. Además, destaca que durante la
noche se volvía a rellenar la misma cantidad de sal y que por el día se retiraba.
La principal fuerza productiva en las salinas costeras
estaba basada en el régimen de vientos, en la escasez de lluvias y en las
muchas horas d exposición del agua marina al sol. No obstante desarrollaron una
importante tecnología, como pozos de almacenamiento y cristalizadores
prolongando la actividad de las salinas al año entero (y no sólo los meses más
cálidos).
Uno de los yacimientos más ejemplares de este tipo de
salinas es el de Salinae en Vigo.
2. Sal por
evaporación ígnea
Ígneo: Del lat. Igneus. Adjetivo. De fuego o que tiene la
naturaleza de fuego.
Así pues, la evaporación ígnea, se diferencia básicamente de
la natural en que, para separar la sal del agua, se emplea un método artificial
mediante fuego para forzar su evaporación. Por ello, aunque las condiciones
climáticas de una zona sean más duras y el sol no ayude al proceso de
evaporación, si tienes el control del fuego puedes obtener sal. Plinio escribía
que en “la Galia y en Germania se echa agua salada sobre troncos ardiendo”,
aunque luego salía sal negra, salía sal. Esto recuerda a un método prehistórico
que se conservó, de distintas maneras, en muchas zonas con escasas horas de
sol.
En la Meseta existen doss yacimientos clave, uno en Zamora,
Villafáfila, y las Espartinas en Ciempozuelos (Madrid). En ambos, restos de
recipientes cerámicos junto a otras evidencias desvelan que se empleaban para
dicha evaporación ígnea de la sal. Además,
los dos yacimientos reflejan como una clara oligarquía se encargaba del
control de la producción de dicha sal (Mangas & Hernando, 2011) , lo cual significa
que no estaba al alcance de cualquiera y que sólo unos pocos producían la sal
en determinados territorios.
En zonas del interior, así como en otros lugares de Europa,
se utilizó recipientes de hierro, lo cual suponía gran consumo de madera, lo
cual explica que no sea un método común por la dificultad que implicaba su
obtención. Por otro lado, en la zona de Sigüenza (Guadalajara), en la antigua
Segontia, podían permitirse por su geografía mantener balsas de evaporación
durante el verano, pero en el resto del año, la sal era obtenida igualmente por
ingnición. Pero este territorio es más desconocido.
Algunas de estas salinas han seguido siendo utilizadas en
tiempos posteriores, como la de Urinia o Salionza en Burgos, donde debieron
servirse de un sistema mixto por las razones anteriores.
El tipo de horno que se utilizaba para esta evaporación se
conoce como briquetage (Dufoulon, 1973) , el cual debía ser especialmente vigilado,
pues si se producía demasiado calor la sal podía salir en mal estado.
3. Ríos y arroyos
salados
Esta forma de obtención de sal empleada en la Antigua Roma,
no era demasiado eficaz siendo empleada, en muchas ocasiones, para extracción
de sal exclusivamente para el ganado. No eran pocas las minas hidráulicas de
sal, Estrabón menciona la existencia de varios ríos salados en el Sur, en la
Turdenia, por ejemplo, o en la actual Córdoba. Además de las que se encuentran
cerca de las Puertas Caspias (muralla para protegerse de los “bárbaros” en el
Mar Caspio) en Armenia o en Bactria.
Una de las fuentes principales de las que bebe tanto la
arqueología como la historia es la toponimia o hidronimia, es decir, el estudio
del origen y significado de los nombres propios de sitios y ríos. Así pues, una
prueba procedente de la antigua Hispania que se conserva en la actualidad y
demuestra la existencia de ríos y arroyos salados de los que se obtenía sal, es
la hidronimia, barajando algunos ejemplos como Salado, Saladillo o Amarguillo
(nombres propios repartidos por distintas zonas de España).
4. Sal de roca.
La sal de roca, halita o sal gema es un mineral sedimentario,
el cual se puede formar por la evaporación de agua salada, en depósitos
sedimentarios y domos salinos. Está asociada con silvita, carnalita y otros
minerales. Su composición química escloruro de sodio.
En un texto de Gelio, se alude a alunas minas de sal en la
Península Ibérica, al otro lado del Ebro, es decir, en Aragón.
Para terminar y a modo de despedida (hasta dentro de dos semanas), os dejamos un video que realizó el centro de interpretación de Salinae muy ilustrativo
¡Hasta pronto y no olvidéis echarle una pizca de sal al pasado!
Firmado:
Laura Pascual Fernández
Bibliografía
Dufoulon, J. (1973). Le commerce et lesire romain
routes du sel sur le litoral de Narbonnaise et d'Espagne Mediterranéenne sous
l'Em. Mompelier.
Mangas, J., &
Hernando, M. d. (2011). La sal en la Hispania romana. Madrid: Arco
Libros.
http://museodomar.xunta.gal/salinae/#arqueoloxia
http://www.romeandart.eu/es/arte-salinas-roma.html

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