Las primeras referencias sobre la
aparición del impuesto de sal en Roma se encontraron en un pasaje de la obra
histórica de Marco Livio, que corresponden al año 204 a.C., momento
de su censura junto con su enemigo Cayo Claudio Nerón.
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| Marco Livio en la Segunda Guerra Ilírica |
Marco Livio Salinator (254 – 204
a.C.), siendo un político y militar romano reconocido por su importante papel
en la Segunda Guerra Ilírica y la Segunda Guerra Púnica, y nombrado en dos
ocasiones cónsul, fue acusado en un momento determinado de haber robado el aerarium, (tesoro público) siendo por
ello condenado por todas las tribus romanas. Como consecuencia, cuando este adoptó
el cargo de censor en el 204 a.C., resentido por la sentencia injusta del pueblo,
privó a todas las tribus de su sueldo, a excepción de la Tribu Mecía que,
aunque también le había condenado, después le había elegido para el consulado y
la censura. Esto provocó una indignación por parte de la población, acusando a
ambos censores, pero dicha denuncia fue desechada debido a la influencia de
este en el Senado. Fue entonces cuando Marco Livio decidió crear el impuesto de
sal como castigo, gravando en el precio de la sal todas las tribus y recibiendo
desde aquel momento el sobrenombre de Salinator
que, aunque en principio era en tono de burla, terminó siendo heredado por su
familia.
Desde tiempos de la Republica el
Estado romano se reservó el dominio sobre las minas, canteras, salinas, campos
de producción de esparto y algunas tierras de explotación agropecuaria,
destinando todos sus ingresos al aerarium
Saturni (tesoro público). A comienzos del Imperio, además de continuar con
este, se creó el fisco imperial, pasando los dominios públicos a depender tanto
del emperador como del Senado. Pero, el Estado romano no disponía de un aparato
burocrático tan complejo como para hacerse presente en todos los dominios
públicos, por lo que durante el Imperio se tendió a dividir su gestión directa,
cediendo el control de estos a ciudades, sociedades o particulares.
En el caso de las salinas, se
piensa que los grandes centros productores de sal gema, sal nativus, quedaron como monopolio del Estado, mientras que las
salinas de menor entidad fueron cedidas a las ciudades en cuyo territorio se
encontraban, para que los responsables de las mismas decidieran el modelo de
explotación más conveniente, aunque el Estado se reservó su dominio y derecho a
recibir unos ingresos. Esto también ocurría con los puertos, las minas y
fabricas de pez.
En Hispania, durante la
Republica, las pocas ciudades libres y federadas, como Gades (Cadiz), Saguntum (Sagunto) y
Malaca (Málaga), pudieron tener plena responsabilidad sobre las salinas de
su territorio y beneficiarse de sus ingresos, pero con el resto el Estado tuvo
en cuenta el valor de su riqueza salinera para aplicar el impuesto
correspondiente. Con la llegada del Imperio, aumentó el número de colonias y
ciudades libres.
Además de las ciudades también se
han encontrado referencias sobre sociedades salineras, (salinatorum sociorum), a las cuales solía contratar el Estado, y se
caracterizaban por las complejas relaciones entre los productores directos de
sal y los responsables de la administración central.
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| Situación de las salinas de Ostia en relacion a Roma |
Tanto en Hispania como en
Italia se han encontrado numerosas inscripciones dedicadas a altos cargos
públicos por parte de los salineros de determinadas ciudades o pueblos en
agradecimiento por su trato, como es el caso de la inscripción encontrada en
Rimini (Italia) realizada por los salineros de la ciudad de los Morinos a Lucio
Lépido Próculo, controlador del fisco de las salinas. También en la documentación
epigráfica se han encontrado referencias, como la de las salinas de Ostia
(Italia), las cuales eran vitales para el abastecimiento de Roma.
El arrendamiento particular fue
bastante escaso, pero no por ello dejó de ser reconocido en el ámbito de la
sal, estos se llamaban contratistas de las rentas públicas y de las salinas (conductor pascui et salinarum), pero no se han encontrado ejemplos de
ello en Hispania ni Italia.
Para finalizar, explicar que el término
de salinator solía hacer referencia
al salinero, productor de sal, pero a partir del siglo III a.C. también se
empezó a denominar así a un tipo de comerciante de este producto, apareciendo también
el papel de salinator/seriae como un
tipo de salinero con doble papel de productor de sal y distribuidor o vendedor
de la misma, término que deriva de las pequeñas vasijas de barro en las que se
guardaba la sal, llamadas del mismo modo.
Firmado por:
Natalia García Enríquez
Bibliografía y webgrafía:
Aurelio Víctor, Sexto (1817): De los varones ilustres romanos. Real
Academia Latina, Madrid.
Hernando, Mª del Rosario y
Mangas, Julio (2011): La sal en la
Hispania romana. Arco Libros S.L., Madrid.
La Web de las Biografías: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=livio-salinator-marco


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