lunes, 24 de octubre de 2016

El origen del impuesto de sal en Hispania e Italia

Las primeras referencias sobre la aparición del impuesto de sal en Roma se encontraron en un pasaje de la obra histórica de Marco Livio, que corresponden al año 204 a.C., momento de su censura junto con su enemigo Cayo Claudio Nerón.

Marco Livio en la Segunda Guerra Ilírica
Marco Livio Salinator (254 – 204 a.C.), siendo un político y militar romano reconocido por su importante papel en la Segunda Guerra Ilírica y la Segunda Guerra Púnica, y nombrado en dos ocasiones cónsul, fue acusado en un momento determinado de haber robado el aerarium, (tesoro público) siendo por ello condenado por todas las tribus romanas. Como consecuencia, cuando este adoptó el cargo de censor en el 204 a.C., resentido por la sentencia injusta del pueblo, privó a todas las tribus de su sueldo, a excepción de la Tribu Mecía que, aunque también le había condenado, después le había elegido para el consulado y la censura. Esto provocó una indignación por parte de la población, acusando a ambos censores, pero dicha denuncia fue desechada debido a la influencia de este en el Senado. Fue entonces cuando Marco Livio decidió crear el impuesto de sal como castigo, gravando en el precio de la sal todas las tribus y recibiendo desde aquel momento el sobrenombre de Salinator que, aunque en principio era en tono de burla, terminó siendo heredado por su familia.

Desde tiempos de la Republica el Estado romano se reservó el dominio sobre las minas, canteras, salinas, campos de producción de esparto y algunas tierras de explotación agropecuaria, destinando todos sus ingresos al aerarium Saturni (tesoro público). A comienzos del Imperio, además de continuar con este, se creó el fisco imperial, pasando los dominios públicos a depender tanto del emperador como del Senado. Pero, el Estado romano no disponía de un aparato burocrático tan complejo como para hacerse presente en todos los dominios públicos, por lo que durante el Imperio se tendió a dividir su gestión directa, cediendo el control de estos a ciudades, sociedades o particulares.

En el caso de las salinas, se piensa que los grandes centros productores de sal gema, sal nativus, quedaron como monopolio del Estado, mientras que las salinas de menor entidad fueron cedidas a las ciudades en cuyo territorio se encontraban, para que los responsables de las mismas decidieran el modelo de explotación más conveniente, aunque el Estado se reservó su dominio y derecho a recibir unos ingresos. Esto también ocurría con los puertos, las minas y fabricas de pez.

En Hispania, durante la Republica, las pocas ciudades libres y federadas, como Gades (Cadiz), Saguntum (Sagunto) y Malaca (Málaga), pudieron tener plena responsabilidad sobre las salinas de su territorio y beneficiarse de sus ingresos, pero con el resto el Estado tuvo en cuenta el valor de su riqueza salinera para aplicar el impuesto correspondiente. Con la llegada del Imperio, aumentó el número de colonias y ciudades libres.

Además de las ciudades también se han encontrado referencias sobre sociedades salineras, (salinatorum sociorum), a las cuales solía contratar el Estado, y se caracterizaban por las complejas relaciones entre los productores directos de sal y los responsables de la administración central. 

Situación de las salinas de
Ostia en relacion a Roma
Tanto en Hispania como en Italia se han encontrado numerosas inscripciones dedicadas a altos cargos públicos por parte de los salineros de determinadas ciudades o pueblos en agradecimiento por su trato, como es el caso de la inscripción encontrada en Rimini (Italia) realizada por los salineros de la ciudad de los Morinos a Lucio Lépido Próculo, controlador del fisco de las salinas. También en la documentación epigráfica se han encontrado referencias, como la de las salinas de Ostia (Italia), las cuales eran vitales para el abastecimiento de Roma.

El arrendamiento particular fue bastante escaso, pero no por ello dejó de ser reconocido en el ámbito de la sal, estos se llamaban contratistas de las rentas públicas y de las salinas (conductor pascui et salinarum), pero no se han encontrado ejemplos de ello en Hispania ni Italia.

Para finalizar, explicar que el término de salinator solía hacer referencia al salinero, productor de sal, pero a partir del siglo III a.C. también se empezó a denominar así a un tipo de comerciante de este producto, apareciendo también el papel de salinator/seriae como un tipo de salinero con doble papel de productor de sal y distribuidor o vendedor de la misma, término que deriva de las pequeñas vasijas de barro en las que se guardaba la sal, llamadas del mismo modo.

Firmado por:
Natalia García Enríquez


Bibliografía y webgrafía:

Aurelio Víctor, Sexto (1817): De los varones ilustres romanos. Real Academia Latina, Madrid.

Hernando, Mª del Rosario y Mangas, Julio (2011): La sal en la Hispania romana. Arco Libros S.L., Madrid.

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