lunes, 28 de noviembre de 2016

Sal como condimento en recetas y alimentos

Como se puede observar, la sal fue empleada para numerosas actividades en la antigua Roma, por lo que también fue igual de importante en la preparación de recetas y producción de alimentos, legado que ha llegado hasta nuestros días casi sin transformación. El consumo era tan alto que Plinio calculaba que un romano medio ingería la cantidad de 25 gramos de sal al día, mencionando que en los mercados romanos los alimentos se vendían a veces ya salados (al gusto romano).

La sal formaba parte de la preparación de los alimentos fundamentales en la dieta romana, como los derivados lácteos, en especial el queso, y el pan. En una obra de Virgilio, nos relata el procedimiento para la elaboración del pan que, por lo que parece, no debió ser muy distinto al seguido en épocas posteriores:

Tan pronto terminó de moler, esparce la harina con la mano en el cedazo y la cierne, queda el salvado en la superficie, la harina se asienta debajo y se filtra pura y limpia por los agujeros. Inmediatamente la coloca después en la artesa, derrama encima agua tibia, amasa ahora el agua y la harina mezcladas, golpea con la mano la mezcla endurecida rociando con liquido la parte más dura y espolvorea de vez en cuando los grumos con sal. Entonces aplasta la masa trabajada y la ensancha con la palma de las manos en forma de torta y la marca a igual distancia en cuadros impresos. Luego la lleva al fogón, la cubre de tejas y amontona ascuas encima.”

Para los romanos también era costumbre poner sal en los platos con alto contenido en verduras, ya que, de esta forma se creía que reducía el sabor acido de algunas variedades. Por ejemplo, Catón el censor, en su libro De Agricultura, sugiere que la col debía comerse con abundante sal. De esta forma fue como se originó el nombre de ensalada, una receta que también hemos heredado de esta civilización y la cual se ha generalizado alrededor de todo el mundo.


Para los patricios era habitual tomar olivas al comienzo de una comida, en forma de aperitivo y con un toque de sal, aunque para el resto de la sociedad era un alimento más. Esta también se solía conservar en salazón, al igual que otras frutas y verduras, como las granadas, almendras, pepinos, nabos, espárragos, alcaparra, col, tallo de apio, ruda, flor de apio caballar, nuez negra, poleo, nevada e hinojo entre otros.

Se denominaba salsamentum a los alimentos que contenían una cierta cantidad de sal, destacando las cinco salsas saladas típicas de la dieta romana: el garo (salsa de pescado), el moretum, el liquamen, el allec y el muria. La forma exacta de su elaboración, así como los ingredientes, se ha perdido durante la historia y poco se sabe de ellas, a excepción de la primera y de la que ya se ha hablado en una entrada anterior. Aun así, se ha encontrado algunos registros escritos, como la obra de Apicio De re coquinaria.

A partir de varios textos antiguos se ha podido observar que en varias recetas de cocina se hace mención de la sal como componente de las mismas. Así, Apicio en su Tratado sobre recetas de cocina recomienda echar unos granos de sal tostados y molidos para la preparación del aceite de Liburnia. También recomienda el empleo de sal para la preparación de la vulva o estomago tostados. El poeta Ausonio, en una de las cartas dirigidas a su amigo Paulino, le dice:

Temiendo que me hubiera desagradado el aceite que me habías enviado, repetiste tu regalo y lo hiciste aun mayor al añadir el condimento de la salmuera de Barcelona.”

En las Geopónicas se habla del uso de la sal para preparar un aceite similar al hispano. El almodrote, moretum¸ una salsa compuesta de aceite, ajos y queso, empleada como condimento en muchas comidas, exigía también el acompañamiento de sal para realzar su sabor, tal como cuenta Virgilio:

“Luego pela una a una las cabezas de ajo quitándoles los nudos y las membranas que lo recubren y echa los despojos a tierra por todos lados. Moja en agua la parte conservada y la mete en la cavidad de la piedra. Lo espolvorea con granos de sal, añade queso curado con sal, echa encima las hierbas seleccionadas. Con la mano izquierda sujeta entre las piernas velludas, la derecha maja primero los olorosos ajos con el mortero, mientras tritura todo, mezclando los jugos. La mano sigue girando.”

También se ha podido conocer que era habitual un tipo de vino al que se le añadía un toque de sal, denominado defrutum.


Por otro lado, tampoco se debe olvidar la sal como complemento en la dieta del ganado. Los animales también necesitan sal, los carnívoros, al igual que los humanos, pueden satisfacer sus necesidades con la ingesta de carne, y los herbívoros salvajes escarban en busca de sal en manantiales o fuentes de este mineral. Pero con los animales domesticados era necesario administrársela por lo que, hasta la aparición de los preparados de alimento animal el aporte de sal se realizaba de modo directo, siendo, hasta fechas relativamente recientes, y aun hoy en según qué lugares y regiones, era frecuente ver un bloque de sal en los pesebres. Del mismo modo, algunas fiestas pastoriles incluyen, entre otros ritos, el de distribuir sal a los animales.

Firmado por:
Natalia García Enríquez

Bibliografía y webgrafía:


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