viernes, 23 de diciembre de 2016

La bahía de Cádiz, un ejemplo muy completo.

Ya antes de llegar los romanos, los fenicios desarrollaron una importante producción de la sal, la cual llegaba hasta Atenas desde los siglos V y IV a.C. Las conservas saladas se producían en el Círculo del Estrecho.

Las primeras referencias sobre estas salinas se encontraron en los siglos XIII y XIV en las primeras crónicas medievales. En ellas hacen referencia a salinas de evaporación solar sobre marismas cuya actividad asociaba a las crecientes demandas del pujante sector pesquero.

Debido a la escasa información, se han realizado análisis geoarqueológicos y paleoambientales del medio sobre el que levantaron esas salinas. Así pues, es posible localizar y reconocer los escasos restos materiales que se pueden conservar de sus estructuras. Para ello, comenzaron  realizando un breve análisis de los principales métodos y técnicas utilizadas para la producción de la sal marina, algo que en este blog ya hemos hecho.

Tras este breve análisis, deducen que estas salinas fueron explotadas tanto en salinas sobre roca como sobre fango. Esto lo podemos saber gracias a las huellas sobre la roca, que aunque se encuentra devastada actualmente por ser una antigua cantera moderna, permite aún visibilizar algunas marcas.

Tras este trabajo más analítico, procedieron a dejarlo en manos de la gearqueología para comprobar la coincidencia espacio-temporal de tres factores fundamentales, a saber: La presencia de condiciones naturales adecuadas para la producción de sal, la existencia desde la antigüedad de marismas suficientemente desarrolladas como para poder labrar en ellas las salinas y la localización de indicadores arqueológicos que evidencien esta actividad.

En primer lugar, respecto a las condiciones naturales de la bahía de Cádiz, cabe destacar que se conformaba como un gran humedal con marismas desarrolladas en las que se encajaban el río Guadalete y los caños mareales, dibujando un paisaje marismeño provisto de inmejorables condiciones climáticas. La presencia de mareas favorables, condiciones climatológicas de insolación, temperaturas moderadas, precipitaciones de unos 650 mm/año y el viento del levante, permitían tanto entonces como ahora el proceso de evaporación del agua hasta el punto de la cristalización de los cloruros.

Huella dejada por un antiguo muro de contención de salina. En el centro se encontraron materiales cerámicos constructivos de mayor porte que ha permitido la mejor conservación de la estructura.


Los indicadores arqueológicos, por otra parte, indican varias alineaciones de ánforas romanas superpuestas entre sí formando una estructura de 1,5 m de altura y varias decenas de metros de longitud. Se localizaron en una disposición paralela al caño de alimentación y a la costa, junto a un antiguo canal mareal. Hasta el momento en el que se estudiaron, se pensaba que podría tratarse de parte de la estructura de un antiguo embarcadero, sin embargo, su escasa potencia, su situación y emplazamiento, su tipología constructiva (sobre una antigua marisma, a base de póster de maderas clavados en el fango, piedras y ánforas) y su posición relativa con respecto al nivel del mar actual (inundada con la marea alta, sin llegar a quedar totalmente cubierta y completamente emergida con la marea baja), llevan a relacionar esta estructura con la misma función que actualmente cumple, como  muro de contención separando espacios anteriores de una salina.


En la actualidad, el parque natural de la bahía de Cádiz es una demostración de las condiciones naturales tan favorables que permiten desarrollar en esta zona una buena extracción de la sal.

fuente: http://www.cadizturismo.com/gastronomia/ruta-de-la-sal/

Firmado por:
Laura Pascual Fernández.


BIBLIOGRAFÍA:

Alonso Villalobos, C., Gracia Prieto, J., & Ménanteau, L. (2003). Las salinas de la bahía de Cádiz durante la Antigüedad: Visión geoarqueológica de un problema histórico. SPAL 12 , 317-332.

Alonso, Carlos; Gracia, Francisco Javier y Benavente, J. (2000): Las marismas, alfares y salinas como indicadores para la restitución paleotopográfica de la bahía de Cádiz durante la antigüedad, XVI Encuentros de Historia y Arqueología. Las industrias alfareras y conservas Fenicio-Púnicas de la Bahía de Cádiz. San Fernando.

jueves, 22 de diciembre de 2016

La Montaña de Sal de Cardona

En la presente entrada vengo a hablaros de la montaña de sal de Cardona como ejemplo de una de las salinas que se han venido utilizando desde el Neolítico hasta el siglo XX y que actualmente está incluido en el Plan de Espacios de Interés Cultural. Por ello, espero que me disculpéis si no abarco únicamente el periodo romano, pero su importancia en distintas fases históricas así lo requiere.

La Montaña de Sal pertenece a la llamada cuenca potásica catalana y queda situada al pie de la sierra de las Garrigues, a la derecha del río Cardener y al sur del núcleo urbano de Cardona. Actualmente forma el Valle Salino. Ocupa 1800 m de longitud por 600 de ancho y una superficie de 100 ha, con unos 500 m de galerías visitables. Durante años fue una de las minas de sal potásicas más importantes del mundo y aunque actualmente se le conoce como Parque Cultural de la Montaña de Sal, desde 1929 hasta 1990, era conocida como Mina Nieves de Sal. Dicho centro pretende divulgar la importancia de la sal, la excepcionalidad geológica del yacimiento y el aprovechamiento que el hombre ha hecho durante siglos.


La gran Montaña de Sal de Cardona
(Fuente: https://www.tripadvisor.es)


Con 46 metros de altura y un peso de 177 toneladas, sabemos que los romanos conocían el lugar a través de unos textos escritos por Marco Porcio Catón (siglo II d.C.) en los que dice: “Una gran montaña de sal pura que crece a medida que se va extrayendo”. Así, el cónsul romano, describía un fenómeno geológico único en el mundo. La sal gema, extraída a cielo abierto como ya se hiciera antes, era distribuida por los puertos del Mediterráneo.


Interior de la Montaña de la Sal
(Fuente: https://www.tripadvisor.es)
Durante la Edad Media se convirtió en el centro de producción más importante de la Península Ibérica, transportando el oro blanco desde el puerto de Barcelona hacia Europa, especialmente Génova, que por aquel entonces competía con Venecia por la supremacía comercial.

A principio de 1900 comienza la verdadera explotación del lugar, a manos del ingeniero Emili Viader tras el descubrimiento de la potasa. Con ello, la población de Cardona dejó atrás la agricultura y el textil para convertirse en un pueblo minero. Desde ese momento se abriría una serie de pozos hasta su cese en 1990 como consecuencia de la evolución industrial, momento en el que se decide reconvertir el lugar en sitio turístico. Hasta la fecha, del interior de la tierra se habían extraído un total de 37.847.843 toneladas de mineral, y la explotación ya había alcanzado los 1.308,7 metros de profundidad.


Interior de la Montaña de Sal
(Fuente: http://www.tallerdefotos.cat/)
En el Parque Cultural, inaugurado en 2003 se incluyen, además de la Montaña, un área museográfica en la que se explican la geología, mineralogía y botánica del Valle Salino. También se puede profundizar en la historia de explotación de la sal mediante la visita a los antiguos pozos mineros y la maquinaria de uno de ellos, construida en los años 20, para comprender el funcionamiento del pozo. Todo lo anteriormente dicho ha hecho que la Montaña de Sal esté catalogada como Bien de Interés Cultural y declarado Patrimonio de la Humanidad.


Interior de la Montaña de Sal
(Fuente: http://www.hola.com/)

Os dejo a continuación un video en el que podéis contemplar parte del interior de la Montaña de Sal por si no está a vuestro alcance el poder ir. Espero que lo disfrutéis.




Firmado por:
José Ramón Baldellou Alonso

Civitates de la Meseta y la Costa Cantábrica


Salionca (Poza de la Sal, Burgos)
Al igual que las ciudades mediterráneas que vimos la semana pasada, el interior peninsular tampoco fue ajeno a la política romana de elección de ciudades cercanas a explotaciones salineras como cabeceras administrativas. Incluso, algunas de ellas llevan la referencia de la sal en su propio nombre, como Salionca (Poza de la Sal, Burgos) un núcleo urbano organizado ya desde época prerromana que destacaba por su situación estratégica junto a unos manantiales salinos. Con la conquista romana, se fundó sobre esta la ciudad de Flavia Augusta, dando un gran impulso a la explotación de la sal, introduciendo nuevas técnicas y definiendo la peculiaridad de sus salinas, caracterizadas por su transporte a partir de una red de acueductos que la conducían desde los manantiales hasta las parcelas rectangulares donde se llevaba a cabo su producción.

Segobriga (Cuenca)
En la Meseta Inferior hay numerosos ejemplos de estas civitates, como la antigua Consabura (Consuegra, Toledo) de la que dependían las salinas de Villacañas, Segobriga (Cuenca) con las ricas salinas de Belinchón, Valeria (Valera, Cuenca) rica por las salinas de Monteagudo, y la colonia Celsa (Velilla del Ebro, Zaragoza) que contaba con las cercanas salinas de Caspe, Sastago y Escatrón.

También destacaron importantes ciudades del valle del Ebro, que llegaron a ser centros de un territorio gracias a la explotación de la sal gema que se hallaba en la ribera del rio, generando muchas salinas en sus proximidades, como es el caso de Salduie, Alabon, Contrebia Belaisca, Caesaraugusta y Bilbilis, todas ellas situadas en la actual provincia de Zaragoza.

En el ámbito de la actual Andalucía destacan nombres como la colonia Salaria (Úbeda, Jaén), Tucci (Martos, Jaén), Ucubi (Espejo, Córdoba), colonia Urso (Osuna, Sevilla), Irni (El Saucejo, Sevilla), colonia Astigi (Ecija, Sevilla), Asido (Medina Sidonia, Cádiz), Carteia (Algeciras, Cádiz) y Osuna (Huelva), destacando todas ellas por una explotación a nivel local o comarcal de salinas con gran extensión.

En cuanto a la costa cantábrica, también tenemos nombres de varias civitates que, aunque no se han localizado con precisión, debieron estar cerca de enclaves sobre los que sí hay testimonios de la existencia de explotación de sal en épocas posteriores, pero que, posiblemente, tuvieron su origen romano. Este es el caso de Cabezón de la Sal, Puentenansa, Monte Corona y Polanco, todas ellas situadas en la actual Cantabria. Lo mismo podría decirse de Irunia (despoblado de Irueña, Vitoria), relacionada posiblemente con las salinas de Añana.

En otros casos la relación directa es más clara, como en Virovesca (Briviesca, Burgos), Cortona (Medinaceli, Soria), las salinas de los Bergistani (Berga, Barcelona), las de Ausa (Vic, Barcelona) o las de Ilerda (Lérida), localizadas en la Meseta superior de la Península Ibérica.


Firmado por:
Natalia García Enríquez

Bibliografía:

Mangas, Julio y Hernando, Mª del Rosario (2011): La sal en la Hispania romana, Arco/Libros S.L., Madrid

miércoles, 21 de diciembre de 2016

La sal en el ejército (II)

Como he dicho anteriormente en mi última entrada, hoy me centraré en los tres aspectos fundamentales del uso de la sal en el ejército para entender su importancia. 

El primer de ellos sería su incidencia en la dieta. Los alimentos principales del ejército variaban según las zonas y épocas aunque a grandes rasgos esta dieta estaba basada en cereales, vino, aceite y carne, utilizando la sal como condimento y conservante. La conserva era un factor fundamental pues permitía que las provisiones durasen más y asimismo podrían llegar lejos y aguantar largas batallas. Durante las largas caminatas bajo el sol tomaban una pequeña cantidad de sal para que esta absorbiera los líquidos del cuerpo y no los expulsaran mediante el sudor, de esta forma evitaban la deshidratación y consecuencia de ello no sería necesario parar.

En los relatos de Apiano sobre la guerras del general Lúculo en el noroeste hispano, se cuenta como sufrieron enfermedades producidas por la alimentación al consumir nuevos tipos de carne a las cuales no estaban acostumbrados y la falta de sal, les provocaba disentería.

Durante los asedios, los ejércitos deben hacer acopio de sal para mantener su fuerza. En el año 43 a.C. el asedio de Marco Antonio a la ciudad de Mutina, Aulo Hircio colocó jarros de sal y pellejos de vino o vinagre en el río Scultena para que le llegara a la ciudad. Otros ejemplos nos relatan cómo los ejércitos asediaban a los bárbaros cortándoles el suministro de sal y tras 2 años, los bárbaros acabarían rindiéndose. 

En lo que respecta a la medicina (remedios terapéuticos), la sal era uno de los elementos esenciales para curar diversas enfermedades e infecciones, por ser un excelente cicatrizante, desinfectante. Fortalece las encías y es buena para realizar emplastes para dolores de tendones, para la gota y la hidropesía y previene la disentería. Es un material fácil de trasportar, no necesita mantenimiento, se encuentra con facilidad sobretodo en la costa y está repartida por todo el mundo. Gracias a ello los médicos de los ejércitos podrían disponer de ella con suma facilidad, por lo que era un mineral muy usado y de uso efectivo. 

Como salario (paga en especies). Los soldados por sus servicios al imperio eran alimentados durante las campañas y aparte recibían un salario no sólo compuesto de monedas sino que también percibían una cantidad en especies.

La alimentación de los soldados era suficiente para mantener el nivel que se exigía al ejército, pero sus alimentos no eran de la mejor calidad, por ello los días de fiesta pedían alimentos de mejor calidad para las celebraciones, estos eran descontados del salario. Uno de los alimentos esenciales que se pedían era la sal para la creación del pan, por ejemplo. Mucha de esta información se obtuvo de las tablillas  de Vindolanda, donde los soldados narran su día a día en más de 700 tablas, descubiertas en 1973 en la fortaleza romana de Vindolanda, al norte de Inglaterra.   

Tablillas de Vindolanda. 

La sal se revela como un elemento fundamental para la salud de las tropas, alimenta y previene de enfermedades, a la vez es un remedio de urgencia para la curación de heridas de combate. Gracias a estas propiedades y a una organización exhaustiva las legiones romanas conquistaron el mediterráneo y se adentraron dentro del continente europeo hasta las islas británicas.

La información no es muy abundante, pero suficiente para establecer con claridad su importancia. Viene básicamente de dos fuentes como serian Vegecio en su manual sobre El arte de la guerra, y las tablillas halladas en Vindolanda situada en la Muralla de Adriano. Estas tablillas son documentos manuscritos que narran la vida diaria de los soldados romanos entre los años 83 y 105 d.C. 


                                                              Firmado por:
                                                                 Luís Machado


Bibliografía:
  • Muñniz Coello, J., (1978). Sobre el abastecimiento al ejército durante la conquista de Hispania. Habis. 9:243-254.
  • Perea Yébenes, S., (2006). El uso de la sal en el ejército romano y su abastecimiento en época altoimperial. Arqueología militar romana en Hispania II: producción y abastecimiento en el ámbito militar. págs 345-359.

Webgrafía:

martes, 20 de diciembre de 2016

Almacenes para la sal

Hasta ahora hemos podido ver los diferentes métodos de extracción de la sal, quiénes se encargaban de estas tareas o cómo se comerciaba con la misma. Como un elemento añadido para cerrar un poco más el ciclo, en la presente entrada vamos a hablar sobre los lugares en los que se guardaba la sal, llamados por los romanos horrea. Emplazamientos cuya finalidad era la de garantizar el abastecimiento de la población.

Aunque en genérico, en éstos lugares se almacenaban todo tipo de productos alimenticios, sabemos que entre ellos se encontraba la sal. Los primeros horrea fueron construidos en Roma a orillas del Tíber y en el puerto de Ostia se construyeron grandes horrea donde se almacenaban las mercancías traídas por vía marítima.

La Horrea Epagathiana et Epaphroditiana, construida en Ostia hacia 150 d. C.
(Fuentes: Imagen 1, Imagen 2, Imagen 3 e Imagen 4)

Mencionamos en una ocasión que, cerca de la Porta Trigemina, y según palabras de Livio, Roma contaba con almacenes de sal públicos. Igualmente famosos son los almacenes de sal situados a los pies del Aventino. Del mismo modo, existían otros de carácter particular. De ambos, nos ha llegado documentación epigráfica sobre la existencia de ellos con alusión a un emperador concreto, particulares diversos y/o  empleados (horrearii). Como ejemplo, podemos mencionar una de estas inscripciones en las que se deduce que los horrea Lolliana estaban bajo administración imperial en tiempos de Claudio. Para el caso de las ciudades romanas de Hispania también contamos con almacenes públicos de alimentos y sal. Ejemplo de ello es el hallado en Caesaraugusta (Zaragoza).

De los almacenes con un carácter más público, sabemos que muchos de ellos estuvieron financiados, tanto para su construcción como reparaciones, por los sectores más ricos de la población, entre ellos los propios emperadores, quienes contribuían gratuitamente a cubrir las necesidades de las ciudades. Así, y por mencionar algunos,  Trajano construyó unos almacenes en Patara, Adriano en Myra y Diocleciano en Tubuscutu. Para su situación se tenía en cuenta la cercanía a pueblos, aldeas y caseríos que no dispusiesen en sus cercanías de salinas. Es por ello, que algunos autores como Mangas o Rosario Hernando, sostienen que las mansiones también debieron contar con almacenes exclusivos para la sal.

Aunque muy escuetamente, hemos querido mencionar algunos de los horrea más conocidos tanto en Roma como en Hispania dedicados exclusivamente a la sal. Por supuesto, se tiene mucha más constancia de aquellos que estuvieron destindos a otros productos como el grano, el vino o el aceite. Pero creemos que otros muchos compañeros ya han tratado este tema, por lo que tampoco queríamos ser demasiado repetitivos en el asunto. Aun así, esperamos que esta entrada, como siempre, haya causado interés y generado nuevos conocimientos.


Firmado por:
José Ramón Baldellou Alonso

Bibliografía:


  • García Vargas, E. y Martínez Maganto, J. (2006): La sal de la Bética romana. Algunas notas sobre su producción y comercio,  Habis 37: 253-274.
  • Mangas, Julio y Hernando, Mª del Rosario (2011): La sal en la Hispania romana, Arco/Libros S.L., Madrid
  • Steven Saylor (2008): Roma: la novela de la Antigua Roma, La Esfera de los Libros

La Sal en el ejército (I)


Buenos días. Hoy os traigo un tema que a muchos suele gustarles (el ejército), pero ésta vez lo voy a mezclar con la sal. En las siguientes entradas trataré de abordar la sal en este mismo contexto. Espero que disfrutéis con las siguientes entradas, como lo he disfrutado yo investigando y redactandolas.

El ejército era un factor determinante para el Imperio Romano, era uno de los pilares en los que estaba sujetada la estructura del estado. Por ello, el bienestar de los soldados era una prioridad para los gobernantes por lo que desarrollaron un abastecimiento regular y constante a las tropas situadas en las fronteras.

Un buen aprovisionamiento haría que los soldados, primero en la conquista y luego en el mantenimiento de las fronteras, estuvieran capacitados para llevar a cabo sus tareas de la mejor forma posible.  


El abastecimiento de los ejércitos como hemos visto anteriormente tiene dos fases:
  • La primera en la que no existían asentamientos permanentes de las tropas y por lo tanto tampoco contaban con vías de comercio.  Estábamos ante la época de las conquistas.
  • La otra sería la época de mantenimiento del imperio. Un gran imperio necesita de un gran ejército y al comprobar que este no se podía mantener cambiaron la idea de crecer por la de mantenerse. En esta época si se crearon cuarteles permanentes y vías de comercio para llevar los respectivos suministros a los soldados.



Como hemos ido viendo en este blog la sal era muy importante en el Imperio Romano, y el ejército no sería una excepción. Aunque ya hemos visto la importancia de este mineral en los diferentes apartados de la sociedad romana, como son el la dieta, la salud, creencias y como factor económico. En estas líneas mostraremos como este mineral que hoy en día no tiene casi importancia, incluso despreciada, fue determinante en la creación de toda una civilización como fue la romana.

En la siguiente entrada trataré sobre los tres aspectos en donde la sal se hace más importante dentro del ejército.


                                 Firmado por
                                Luís Machado


Bibliografía:

  • Muñiz Coello, J., (1978). Sobre el abastecimiento al ejército durante la conquista de Hispania. Habis. 9:243-254
  • Perea Yébenes, S., (2006). El uso de la sal en el ejército romano y su abastecimiento en época altoimperial. Arqueología militar romana en Hispania II: producción y abastecimiento en el ámbito militar. págs, 345-359.

Webgrafía:
  • http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentalesculturales/imperio-romano-legionarios-roma/653571/





Cómo hacerse rico gracias a la sal.

La sal, como ya hemos comentado, resultaba imprescindible desde tiempos remotos de la historia de Roma, puesto que arrastraba una tradición prehistórica. Así pues, no sólo es de entender los diferentes usos a los que respondió la sal, así como su importancia ritual, sino que, además, es comprensible que la producción y comercio de este compuesto químico sirviese para que las élites urbanas se enriqueciesen.

En la etapa republicana, el Estado romano se ocupaba atentamente del “negocio” de la sal, de tal manera que alquilaba los derechos del control sobre la sal a grupos de publicanos, es decir, arrendadores de los impuestos o rentas públicas y de las minas del Estado, en la antigua Roma. A través de dicho alquiler, el grupo arrendado podía obtener, distribuir y vender la sal a cambio de un pago fijo por año, destinado a las arcas públicas.

En época imperial, el Estado fue más dúctil, permitiendo la explotación de algunas salinas a las ciudades y las de otras a particulares (conocidos como conductores) en régimen de arrendamiento.

No obstante, el Estado no sólo se centró en la búsqueda de beneficios propios que le proporcionara la sal, sino que intentó garantizar el equilibrio necesario para atender las necesidades de la población, de tal modo que no se produjese la ruina de los arrendatarios de las explotaciones salineras, de lo cuales recibía beneficios. Además, al igual que pasa en nuestro presente occidental, al Estado le interesa más mantener tranquila a la población, y empoderarse mediante uno de los productos principales no iba a ayudarle.

Este equilibrio se alcanzó, sobre todo, en época tardía, donde encontramos en el Edicto de los emperadores Diocleciano y Valerio Máximo una serie de consideraciones políticas, que hoy diríamos políticamente correctas (como son, por ejemplo: los emperadores velan por el bienestar de los ciudadanos, ayudan a los necesitados…). Tras estas atentas declaraciones de intenciones, se sitúa una lista de precios máximos fijados de diferentes productos, entre los que se encuentra la sal (CIL III, páginas 2208-2209).

Siguiendo con este recalcado interés por parte del Estado de mantener el equilibrio, o como más bien parece, de mantenerse poderoso, existía una preocupación imperial por evitar la competencia desleal que podía terminar con la ruina de los que habían contratado con el Estado la explotación de los beneficios que proporcionaban la sal. Como bien sabemos, el comercio ha sido siempre una potente fuente de enriquecimiento. Esto se demuestra si observamos casos como el del liberto Tiberio Claudio Dócimo (siglo I d.C). Un liberto era un esclavo al que se le concedía la libertad y, en el caso de Tiberio, consiguió además beneficiarse enormemente vendiendo pescado en sal y un tipo de vino especial importado de Mauritania. Este liberto consiguió levantar un monumento sepulcral en Roma para él y su familia.

Como bien nos informan las fuentes escritas, dentro del “negocio” de la sal, el más fructuoso resultaba ser el de la industria de salazones de pescado, la cual deja un amplio registro arqueológico, por lo que, además, obtenemos más información. No obstante, la explotación de salinas y la distribución de la sal proporcionaban bastante más beneficio puesto que eran la base del resto de la producción salinera.

Gracias a este amplio registro arqueológico podemos identificar la forma de vida de los personajes que consiguieron enriquecerse mediante el control de la sal, salvando sus deberes con el Estado. Podemos saber que participaban en la vida social de las ciudades costeando juegos, espectáculos y monumentos públicos. Pero esto es una trampa, pues aunque se mantenga ante nuestros ojos como un autentico reflejo de una serie de actividades, es muy difícil verificar la relación arqueológica de determinados personajes con los beneficios económicos de la sal.

Para finalizar, cabe destacar, una hipótesis sugerida por Julio Mangas y Mª del Rosario Hernando (Mangas & Hernando, 2011). Según los autores, la relación existente entre los libertos y las cupae romanas (un tipo de monumento funerario), o cuba, que eran utilizados como transporte de vino, aceite, pescado o, como proponen, para sal también. De esta manera, encontramos otra hipótesis que dota de un sentido ritual a la sal, que es, no obstante, extremadamente pobre.

Cupa structilis del siglo I-II d.C.
Imagen tomada en Esplugues de Llobregat (Barcelona) el 18 de agosto de 2010
 .


Firmado por:

Laura Pascual Fenrández

Bibliografía


García Vargas, E., & Martínez Maganto, J. (2006). La sal de la Bética romana. Algunas notas sobre su producción y comercio. Habis 37 , 253-274.

Mangas, J., & Hernando, M. d. (2011). La sal en la Hispania Romana. Madrid: Cuadernos de Historia.


Vilá i Valentí, J. (1954). Notas sobre la antigua producción y comercio de sal en el Mediterráneo Occidental. I Congreso de Arqueología de Marruecos Español, (págs. 225-234). Tetuán.

http://www.djibnet.com/photo/via+sepulcralis/cupa-structilis-5470773452.html