martes, 20 de diciembre de 2016

Almacenes para la sal

Hasta ahora hemos podido ver los diferentes métodos de extracción de la sal, quiénes se encargaban de estas tareas o cómo se comerciaba con la misma. Como un elemento añadido para cerrar un poco más el ciclo, en la presente entrada vamos a hablar sobre los lugares en los que se guardaba la sal, llamados por los romanos horrea. Emplazamientos cuya finalidad era la de garantizar el abastecimiento de la población.

Aunque en genérico, en éstos lugares se almacenaban todo tipo de productos alimenticios, sabemos que entre ellos se encontraba la sal. Los primeros horrea fueron construidos en Roma a orillas del Tíber y en el puerto de Ostia se construyeron grandes horrea donde se almacenaban las mercancías traídas por vía marítima.

La Horrea Epagathiana et Epaphroditiana, construida en Ostia hacia 150 d. C.
(Fuentes: Imagen 1, Imagen 2, Imagen 3 e Imagen 4)

Mencionamos en una ocasión que, cerca de la Porta Trigemina, y según palabras de Livio, Roma contaba con almacenes de sal públicos. Igualmente famosos son los almacenes de sal situados a los pies del Aventino. Del mismo modo, existían otros de carácter particular. De ambos, nos ha llegado documentación epigráfica sobre la existencia de ellos con alusión a un emperador concreto, particulares diversos y/o  empleados (horrearii). Como ejemplo, podemos mencionar una de estas inscripciones en las que se deduce que los horrea Lolliana estaban bajo administración imperial en tiempos de Claudio. Para el caso de las ciudades romanas de Hispania también contamos con almacenes públicos de alimentos y sal. Ejemplo de ello es el hallado en Caesaraugusta (Zaragoza).

De los almacenes con un carácter más público, sabemos que muchos de ellos estuvieron financiados, tanto para su construcción como reparaciones, por los sectores más ricos de la población, entre ellos los propios emperadores, quienes contribuían gratuitamente a cubrir las necesidades de las ciudades. Así, y por mencionar algunos,  Trajano construyó unos almacenes en Patara, Adriano en Myra y Diocleciano en Tubuscutu. Para su situación se tenía en cuenta la cercanía a pueblos, aldeas y caseríos que no dispusiesen en sus cercanías de salinas. Es por ello, que algunos autores como Mangas o Rosario Hernando, sostienen que las mansiones también debieron contar con almacenes exclusivos para la sal.

Aunque muy escuetamente, hemos querido mencionar algunos de los horrea más conocidos tanto en Roma como en Hispania dedicados exclusivamente a la sal. Por supuesto, se tiene mucha más constancia de aquellos que estuvieron destindos a otros productos como el grano, el vino o el aceite. Pero creemos que otros muchos compañeros ya han tratado este tema, por lo que tampoco queríamos ser demasiado repetitivos en el asunto. Aun así, esperamos que esta entrada, como siempre, haya causado interés y generado nuevos conocimientos.


Firmado por:
José Ramón Baldellou Alonso

Bibliografía:


  • García Vargas, E. y Martínez Maganto, J. (2006): La sal de la Bética romana. Algunas notas sobre su producción y comercio,  Habis 37: 253-274.
  • Mangas, Julio y Hernando, Mª del Rosario (2011): La sal en la Hispania romana, Arco/Libros S.L., Madrid
  • Steven Saylor (2008): Roma: la novela de la Antigua Roma, La Esfera de los Libros

2 comentarios:

  1. ¡Buenas tardes!

    No tenía ni idea de que los horrea también se destinasen al almacenado de la sal, ha sido todo un descubrimiento, también lo referente a su administración. Así mismo, quiero decir que habéis escogido un tema para el blog, que por lo menos a mí, me despierta interés, magnifico.

    ¡Un saludo y enhorabuena por el blog!

    María García Martín

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  2. Me ha gustado vuestro blog ya que no conocía nada sobre la sal. He decidido escribir en esta entrada ya que yo también tengo una entrada sobre los horrea

    Un saludo

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